Lo que Ebrard quiso decir (II)

Lo que Ebrard quiso decir (II); columna política del licenciado Bulmaro Pacheco Moreno.

Lo que Ebrard quiso decir (II); columna política del licenciado Bulmaro Pacheco Moreno.

Escribe: Licencido Bulmaro Pacheco Moreno

No, Marcelo Ebrard no fue el Juan Andrew Almazán que se le rebeló al pre-sidente Lázaro Cárdenas en la sucesión presidencial de 1940.

Almazán se la jugó contra Manuel Ávila Camacho, candidato del PRM, desa-fiando la autoridad presidencial y dividiendo al partido y a la clase política de entonces. Cárdenas calificaría muy mal al candidato del llamado Partido Re-volucionario de Unificación Nacional (PRUN), que solo logró 151,101 votos contra 2.476.641 de Avila Camacho; pero dividió.

Tampoco actuó como Ezequiel Padilla el ex secretario de relaciones exte-riores hasta 1945, desafiando la facultad meta constitucional del presidente Ávila Camacho, y se postuló candidato presidencial por el PDM contra Mi-guel Alemán —impulsado por el PRM—. Padilla logró obtener 443,357 votos contra 1,786,901 de Alemán.

Ebrard tampoco se animó como Miguel Henríquez Guzmán (en 1952) al desafiar la autoridad del presidente Miguel Alemán y postularse por la Fe-deración de Partidos del Pueblo de México (FPPPM) en contra del candidato del PRI Adolfo Ruiz Cortines. Henríquez sacó el 15.87% de la votación na-cional y causó una ruptura importante en el PRI y en la clase política que se reflejaría en comicios posteriores.

Ruiz Cortines fue electo Presidente con el 74.31% de la votación.

Tampoco actuó Marcelo Ebrard como Cuauhtémoc Cárdenas (en 1987) cuando, después de luchar dentro del PRI por impulsar un método abierto para seleccionar candidato presidencial de la elección de 1988, rompió con el PRI y aceptó primero la candidatura presidencial por el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM) a la que se sumarían después el PPS, el PST (Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional) y el resto de las formaciones de izquierda, incluido el PMT de Heberto Castillo, que dieron forma al llamado Frente Democrático Nacional (FDN) que después de la elección en 1989 daría pie a la formación del Partido de la Revolución De-mocrática (PRD), al aprovechar el registro obtenido por el Partido Comunista Mexicano con la reforma política de 1977.

Cárdenas a través del FDN le abrió al sistema político un boquete de 5,92 millones de votos (31.06%) y metió al sistema electoral en un brete por la falta de credibilidad en ese proceso electoral por la llamada “caída del sis-tema”, que dio lugar a sucesivas reformas electorales empezando por la creación del IFE en 1990, la ampliación de la representación política en el Congreso de la Unión y una prolongada sucesión de alternancias políticas en los estados, que iniciaría con la de Baja California en 1989.

Hizo crisis el proceso de decisión de candidaturas presidenciales, que vivie-ron experimentos fallidos como el de 1987, con la pasarela de seis aspiran-tes dentro del PRI y que ganó Carlos Salinas de Gortari, o la elección interna en 1999 de cuatro aspirantes que ganó Francisco Labastida Ochoa derro-tado por Vicente Fox en el 2000.

La crisis del sistema «decisorio” se agravó por la ruptura de Cárdenas y la formación del PRD, con el asesinato del candidato Luis Donaldo Colosio, por la pérdida de la mayoría en el Congreso de la Unión de 1997 y las su-cesivas derrotas del PRI en los Estados. En el PAN Fox terminó por impo-nerse candidato sobre la cúpula panista en el 2000. Felipe Calderón le ganó la partida a Fox en 2005 que quiso imponer a Santiago Creel y en 2011, Calderón falló al tratar de imponer a Ernesto Cordero.

¿Qué dijo Marcelo Ebrard en la conferencia del lunes 13?

Que él representa la segunda fuerza política en Morena después de Claudia Sheinbaum, y que están en pláticas para ver cómo insertarse en la campaña presidencial y en la defensa de la llamada Cuarta Transformación. Días des-pués la propia candidata de Morena le respondió que en ese partido no hay segunda, ni tercera fuerza y que solo hay una.

Sus críticos acusan a Ebrard de no ajustar su reloj político a la nueva reali-dad y seguir sin entender la verdadera naturaleza de Morena. Ebrard diría también en entrevistas que él quería ser el candidato presiden-cial en ¡2030!, recordando quizá que tanto Cuauhtémoc Cárdenas como Ló-pez Obrador fueron candidato en 3 ocasiones; (Cárdenas 1988, 1994 y 2000, López Obrador en 2006, 2012 y 2018).

Ebrard cuenta ahora con 64 años y no sabe siquiera si Morena ganará la elección presidencial del 2024 y al anunciar prematuramente su intención de ser postulado candidato dentro de seis años, dará lugar a que se le echen encima una diversidad de intereses y grupos de poder que se disputan no solo el rumbo del partido Morena, sino el de México. Parece ignorar también el discurso de su jefe político, el Presidente cuando a cada rato señala el “relevo generacional” en Morena. Ebrard no entendió ese mensaje y menos aún al anunciar que se queda en Morena.

¿Desde dónde y con qué plataforma política pretende Ebrard obtener la can-didatura presidencial en 2030, cuando tenga 70 años?

¿Será senador en la próxima legislatura, o formará su propia organización política dentro de Morena? ¿Irá al gabinete presidencial en caso de que Sheinbaum gane la elección del próximo año y desde ahí inicie trabajos de proselitismo para la candidatura seis años después?. ¿Que le asegura que todo seguirá sin alteraciones el libreto que nos anunció el lunes pasado?. Nadie lo sabe y creemos que él tampoco.

Nada está escrito y en su caso menos, ya que durante un tiempo tuvo en ascuas tanto al Presidente López Obrador como a la futura candidata presi-dencial jugando con la idea de salirse del Morena y formar su propia organi-zación política si es que no le daban satisfacción a sus reclamos como él quería. Cuando anuncia su intención de no abandonar Morena, no causó el impacto que él esperaba en las filas de —su todavía partido— y casi nadie en Morena—ni el reducido número de partidarios que le quedan en el legis-lativo— lo celebró, más bien le pagaron con indiferencia.

Con Marcelo Ebrard no se escribirá un nuevo capítulo de la historia de los partidos en México como si se hizo en el pasado con los grandes disidentes de la política que obligaron al sistema político a reformarse, abrirse y dar cabida a nuevas expresiones políticas que conformaron el México moderno. Otros tiempos, otras circunstancias.

Actualmente hay mucha soberbia en el grupo gobernante y sus alrededores (Nada más hay que ver le terna propuesta por el ejecutivo para sustituir al ministro Arturo Zaldívar en la Corte) y Marcelo Ebrard aparece —no como un disidente—sino como una víctima más de quienes se sienten dueños de la historia de México y sueñan con quedarse un buen rato y (quizá en el futuro inmediato) nos salgan con que habrá de ocurrir …Una quinta trans-formación. Tiempos de ocurrencias, arrebatos, resentimientos e improvisa-ciones, sin duda.

bulmarop@gmail.com