Biebrich: A 50 años de su caída

Columna política del licenciado Bulmaro Pacheco Moreno

Biebrich: A 50 años de su caída; columna política del licenciado Bulmaro Pacheco Moreno.

Escribe: Licenciado Bulmaro Pacheco Moreno

Me tocó platicar con el notario público Rubén Díaz Vega poco tiempo antes de su muerte. Fue él, quizá, el político más cercano en los afectos del exgobernador Carlos Armando Biébrich, desde que eran estudiantes de Derecho en la Universidad de Sonora, como parte de la generación “de los 12” que apadrinara entonces el rector Luis Encinas Johnson. De esa generación también egresaron Francisco Acuña Griego,Sergio Jiménez Salazar, Jesús Téllez Villaescusa, Sergio Valdez González,Elsa Banderas Deblin, Ramiro Oquita Meléndrez, Vicente Acuña García,Ramón Miranda Romero,Miguel Angel Cortez Ibarra y Genaro Góngora Pimentel

Díaz Vega fue postulado candidato a diputado local por Hermosillo, mientras que su amigo Carlos Armando lo era a gobernador de Sonora a principios de 1973.

Al asumir el poder Biébrich en septiembre de 1973, Díaz Vega tomó la coordinación de la diputación priista en el Congreso local y, simultáneamente, la dirigencia estatal del PRI en lugar de  Enrique Fox Romero. En esa legislatura estuvieron también: Héctor Leyva Castro, Enrique Flores López, Héctor Lavander, Ramón Cota Borbón, Diego Tomás García, Rita Silvina Agramont, Ramón Miranda Romero, Manuel Valdez Perea, José Rosario Ruelas Rivera y David Álvarez Angulo.

Le pregunté a Díaz Vega si, posterior a la renuncia de su amigo el gobernador (25 de octubre de 1975), el presidente Luis Echeverría Álvarez y Biébrich se saludaron alguna vez o si se habrían reunido después del conflicto político que culminó con la renuncia. ¡Nunca!, me afirmó enfáticamente Díaz Vega. A partir de la renuncia nunca se volvieron a saludar ni a platicar siquiera, a pesar de los diversos mensajes que Echeverría le enviara por distintos medios a Biébrich para invitarlo a donde él quisiera, de preferencia en su residencia de San Jerónimo, en la Ciudad de México.

La última ocasión que se vieron juntos en público fue en la guardia que se le hizo al féretro de Luis Donaldo Colosio, en marzo de 1994, en el auditorio Plutarco Elías Calles del CEN del PRI; pero ahí no medió ni siquiera el saludo. Biébrich, contrario a otros asistentes, ignoró al expresidente y salió apresuradamente del auditorio.
Echeverría murió a los 100 años de edad, en julio de 2022, en su casa de la Ciudad de México. Biébrich falleció antes de cumplir 82, contagiado de COVID, en enero de 2021, en la Clínica del Noroeste de la Ciudad de Hermosillo.

—¿Hubo alguna razón, Rubén, para ya no saludar al expresidente de parte del exgobernador?

—Claro, y muchas —dijo Díaz Vega—. Imagínate la crisis que se vivió en la relación entre ambos esos días de octubre de 1975, cuando, siendo presidente, Echeverría ni siquiera le tomó el teléfono al gobernador y lo mandó con el secretario de Gobernación, Mario Moya Palencia, para que le expusiera las razones del conflicto.

“Nosotros estábamos seguros de que Echeverría quería desaparecer los poderes en Sonora, como ya lo había hecho ese año en Guerrero e Hidalgo, y por eso el licenciado Biébrich optó mejor por presentar la renuncia, para ganarles el jalón a los promotores de su caída”.

“Quiere decir que la decisión de removerlo ya estaba tomada en coordinación con los líderes agrarios de la época. Y el presidente no sabía qué decirle a su pupilo —secretario particular en campaña y orador oficial del candidato presidencial— de varios años, al que, al llegar al gobierno, lo nombrara subsecretario de Gobernación en 1970 y, dos años después, le promoviera una reforma a la Constitución local para poder postularlo como candidato al gobierno del estado para el periodo 1973-1979, porque Biébrich contaba solo con 32 años y la Constitución local exigía como requisito 35”.

—¿Y cómo se recibió la renuncia en el Congreso? “Algunos diputados, como Flores López, se resistieron a aceptarla y convocaron a la rebeldía. Pero el gobernador me pidió —como coordinador— que los exhortara a la calma, porque entonces sí, si el centro hubiera decretado la desaparición de poderes, podría habernos alcanzado a nosotros y a los miembros del Poder Judicial local, ahondando la ya de por sí grave crisis política que enfrentaba el estado.”

Jesús Enríquez Burgos,—que cumplirá 90 años el próximo febrero— que entonces era secretario de Gobierno de Sonora, y había sido enviado a la Ciudad de México a una audiencia con Félix Barra, secretario de la Reforma Agraria, para revisar  el fondo de los conflictos agrarios y ofrecer la atención del Estado en el problema, fue despertado abruptamente en el hotel por el secretario particular del gobernador, para que se regresara de inmediato en el primer vuelo de la Ciudad de México a Hermosillo, porque “las cosas habían cambiado” y se requería su presencia en la capital sonorense.

“Al llegar a la ciudad me dirigí de inmediato al Palacio de Gobierno y noté que muchas cosas de la oficina del gobernador ya habían sido sacadas. El todavía gobernador me informó de su renuncia y me instruyó para que recibiera al senador Alejandro Carrillo Marcor, su sustituto en el gobierno, para que le enseñara las oficinas y lo orientara sobre los pendientes del gobierno. Al tiempo, me dijo que le hablara al ingeniero Jorge Ayala Fontes para que se regresara de Arizona, donde se celebraba la reunión anual de la Comisión entre las dos entidades”.
“Nos tocó bajar juntos la escalinata que da al estacionamiento del gobernador en la calle Paliza, y ahí me despedí de él ante “Chencho”(Crescencio Hurtado), su chofer, que manejaba el carro oficial. ‘Ironías de la vida —me dijo—, ni carro propio traigo, y voy a sacar las cosas de la casa de gobierno. ¡Tampoco casa!’. Sonrió antes de partir.”

Díaz Vega terminó su periodo como legislador; casi de inmediato le entregaría la dirigencia estatal del PRI a Enríquez Burgos, quien fue sustituido por Raúl Encinas Alcántar.

La mayor parte del equipo de Biébrich se fue a la resistencia y se defendió de las andanadas del nuevo gobernador, integrando el Movimiento Cívico Sonorense (Mocison), que dio la batalla pública contra la persecución del gobierno estatal hacia el exgobernador Biébrich, quien tuvo que vivir un tiempo en el extranjero, desde donde armó su defensa.

El expresidente Echeverría y su equipo nunca le perdonaron a Biébrich la declaración realizada ya como exgobernador al periodista de Excélsior, Ángel Trinidad Ferreira, donde afirmó que la labor del presidente se la dejaba “al juicio de la historia”.
Contrario a algunos de sus colegas exgobernadores—todos muy ricos—,Biébrich tuvo que esforzarse por la necesidad de trabajar para sobrevivir. Salió del gobierno antes de cumplir los 36 años. Volvió a ocupar cargos públicos: el jurídico de la SENER en 1994, una subsecretaría del Trabajo en 1999 y un escaño federal de representación proporcional en 2006. Años antes había montado un despacho de asesoría jurídica.

Uno de sus hijos (Juan Jacobo) de 43, murió en un accidente de tránsito en la Ciudad de México en 2018. Biébrich de 81 falleció el 14 de enero de 2021; su esposa María del Socorro,  de 76 el día 16—dos días después— también de COVID; y su hija, Martha de 56 años en septiembre del 2025.

Muchas cosas han pasado—Y cambiado—  en Sonora a 50 años de la caída del tercer gobernador sonorense —electos—, en el siglo XX. Dos libros han dado cuenta de la historia del exgobernador: “Biébrich Crónica de una Infamia” del periodista Jesús Blancornelas y del propio Carlos Armando: “Biebrich; He Vivido con Dignidad”.Muchos creemos que, al igual que a algunos de sus colegas gobernadores, a Carlos Armando Biébrich ya lo alcanzó el juicio de la historia. ¡Y la libró!

bulmarop@gmail.com