Escribe: Licenciado Bulmaro Pacheco Moreno
No ha bastado que el gobierno de la autollamada 4T haya ganado la mayoría de los espacios políticos el pasado 2 de junio. Tampoco les ha bastado que haya permeado la euforia de triunfalismo y se estimule un nuevo tipo de comportamiento político en la mayoría de las instancias, como si la victoria de Morena y sus aliados fuese el pase automático a una especie de paraíso o a la solución mágica de todos los problemas nacionales —borrón y cuenta nueva—, para vivir sin pendientes por el solo hecho de la victoria de Claudia Sheinbaum y de la mayoría de los candidatos de Morena y sus aliados en el Congreso y en los estados.
Nos tratan de hacer creer que México ya es otro —más feliz, mejor gobernado y sin crisis— y que podemos dar por hecho que ya estamos en el famoso segundo piso (sic) de una transformación que nadie sabe qué es en la realidad, más allá de clichés y dichos de oportunidad.
Pero no. Siguen los problemas nacionales como la inseguridad, la polarización política, la crisis del sistema de salud, la falta de calidad de la educación y la ausencia de crecimiento económico, y no se ven tan cerca las soluciones, considerando los graves problemas financieros que enfrentará el gobierno entrante.
Basta con ver las cifras del déficit de las finanzas públicas y los recortes anunciados en los pre-criterios de política económica para 2025 de la Secretaría de Hacienda y la negativa del gobierno entrante a realizar una verdadera reforma fiscal para financiar sus nuevos proyectos sociales, a pesar del apoyo político recibido.
Ahí están los asesinatos, la toma de carreteras, las protestas por las extorsiones, los rezagos de salud y la ausencia de diálogo con las diferentes fuerzas políticas nacionales. Un estilo muy propio de la llamada 4T a lo largo del sexenio que está por terminar. A los críticos se les llama “atarantados”, “hipócritas, descarados” o se les acusa de falta de “autoridad moral”. ¿Dónde quedó la grandeza ante el triunfo?
Siguen igual que en las campañas! Los mismos calificativos de las llamadas mañaneras para tratar de aplastar cualquier crítica o enfoque diferente al oficial, como si no hubieran ganado la elección y siguieran luchando contra los mismos de siempre.
También el diferendo—que no se sabe en que va a terminar— con los Estados Unidos por el tratamiento de la captura del Mayo Zambada y la polémica por los pendientes no resueltos de la pasada elección; la más importante: La integración del Congreso de la Unión y los ‘asegunes’ de la interpretación constitucional, muy al estilo del gobierno que desde el lunes 3 de junio salió a dar su versión.
¿Por qué la polémica sobre la representación en la próxima Cámara de Diputados del Congreso de la Unión?
Porque Morena y sus aliados buscan interpretar a modo lo que establece el párrafo V del artículo 54 de la Constitución: “En ningún caso, un partido político podrá contar con un número de diputados por ambos principios que representen un porcentaje del total de la Cámara que exceda en ocho puntos a su porcentaje de votación nacional emitida”.
Morena y sus aliados obtuvieron el 54.7% de la votación y quieren que se les otorgue el 74.6% de los espacios en la Cámara de Diputados.
A las oposiciones, que obtuvieron el 47% de los votos, les quedaría solo el 26% de las curules; algo de suyo contradictorio con lo que establece la norma. Quieren que en lugar del 8% que señala el artículo 54 se les otorgue el 19.9%
¿A qué aspiran Morena y sus aliados con eso?
A una mayoría calificada (las 2/3 partes de los diputados 333) artificial, ya que a los partidos Verde Ecologista y del Trabajo les quieren inflar los porcentajes reales de votación obtenida el 2 de junio.
El Verde quedó en el quinto lugar de la votación con 4.9 millones de votos y pretenden pasarlo al segundo lugar. En la elección del 2 de junio obtuvo el 8.4% de la votación y pretenden asignarle un 15% con ¡75 diputados!
El Partido del Trabajo obtuvo 5.47% de los votos (3.2 millones) en la elección y lo quieren hacer la cuarta fuerza política con un 10% de votos y 50 diputados. Mientras Movimiento Ciudadano, que obtuvo 6.4 millones de votos, el doble que el PT solo se asignarían ¡23 diputados!
¿Sufragio efectivo? No. ¿El mismo valor del voto para todos los partidos? No. ¿Agandalle legislativo? Sí.
Porque de esa manera los votos por diputación en Movimiento Ciudadano valen 270,725, los del PT 65,094, y los del verde ecologista 66,586. ¡Toda una mayoría artificial y sin base real de votos! Y eso que no se ha mencionado que el PAN, con más de 10 millones de votos, tendrá 7 diputados menos que el Verde, y el PRI, con 6.6 millones, ¡tendrá 17 diputados menos que el Partido del Trabajo!
¿No pasará lo mismo en el Senado de la República?
No. En una Cámara compuesta de 128 miembros donde quedan bien definidos los espacios, primero los dos de votación mayoritaria relativa y uno asignado a la primera minoría y suman 3, más un cuarto senador que “será de representación proporcional mediante el sistema de listas votadas en una sola circunscripción plurinominal nacional conformadas de acuerdo al principio de paridad” (art. 56 de la CPEUM) y donde los partidos tendrán un senador por cada 3% de la votación obtenida.
De esa forma, la próxima Cámara de Senadores quedará conformada de la siguiente manera: Morena y sus aliados: 82 senadores; las oposiciones: 46. Para tener mayoría calificada en el Senado, Morena requiere de 86 y le faltan cuatro. Si Morena y el gobierno no logran conseguir esos cuatro votos que le faltan en el Senado a partir del próximo septiembre —para completar la mayoría calificada—, no pasarán las reformas constitucionales; y ya trabajan activamente para tratar de convencer a algunos senadores de la oposición.
Los ideólogos de la llamada 4T se la llevan cacareando en los medios que la gente votó por la “mayoría calificada”, como tratando de cerrar el debate con esa afirmación, y no fue tal.
La gente votó como votó y eso no tiene vuelta de hoja, ahí están las cifras; pero otra cosa es la interpretación constitucional que habrán de darle el INE y el TEPJF, que deberán ceñirse a lo que marca la Carta Magna y resolver en consecuencia a partir del próximo 23 de agosto la integración de la nueva Cámara que habrá de inaugurar sus trabajos el próximo 1 de septiembre.
La autollamada 4T, en su idílico “segundo piso”, quiere aplastar y borrar del mapa a las oposiciones para hacer y deshacer con sus reformas constitucionales propuestas por el “Mejor Presidente” (sic) que se va, hacia la “mejor presidenta del mundo mundial”(resic) que va a entrar.
Cuando muchos esperaban que con la elección del 2 de junio las cosas en la política y sus complejidades cambiaran para bien en México, no ha sido así. La elección resolvió bien, el relevo del poder presidencial, pero no la polarización política que el país ha vivido en los últimos seis años y que nos tiene sumidos en un conflicto cuyo final no se ve nada bien, lo que nos hace recordar las crisis de finales de sexenio de antes.
bulmarop@gmail.com