Escribe: Bulmaro Pacheco Moreno
Murió uno de los más importantes referentes del pensamiento político progresista en nuestro país. Como subsecretario de la Presidencia a finales de los sesenta del siglo pasado, Muñoz Ledo fue junto con Fernando Solana, de los impulsores de las reformas administrativas que posteriormente adoptarían Alejandro Carrillo Castro y José López Portillo.
El presidente Luis Echeverría lo nombró secretario del Trabajo a la salida de Rafael Hernández Ochoa, y ahí —formado en la materia por el eminente profesor de la UNAM Mario de la Cueva— impulsó la creación de instituciones perdurables como Infonavit y Fonacot.
Relevó a don Jesús Reyes Heroles en la presidencia del CEN del PRI cuando López Portillo es postulado como candidato presidencial en 1975, y todos pensaron que sería el candidato al Senado por el entonces Distrito Federal, pero la CTM impulsó a Joaquín Gamboa Pascoe.
Después de su triunfo, López Portillo designó a Muñoz Ledo como secretario de Educación Pública, donde duró poco más de un año —le entregó la estafeta a Fernando Solana—, y después fue designado embajador de México ante la ONU.
Al término de su encomienda regresó a México y se dedicó a dar clases en la UNAM y en el Colegio de México, básicamente en la materia Sistema Político Mexicano.
Acercándose la sucesión del presidente Miguel De la Madrid, junto con varios militantes del PRI (Cuauhtémoc Cárdenas, Ifigenia Martínez, Rodolfo González Guevara, entre otros) buscaron el diálogo con Adolfo Lugo Verduzco y después con Jorge de la Vega Domínguez, dirigentes nacionales del PRI, para demandar apertura y debate para la selección del candidato a la Presidencia de la República cuando ya sonaban como finalistas; Manuel Bartlett, Alfredo del Mazo y Carlos Salinas de Gortari.
El PRI abrió el juego a tres aspirantes más (Aguirre, González Avelar y García Ramírez) que comparecieron durante dos semanas ante los priístas, pero ese método no les satisfizo.
Al no encontrar eco a sus demandas y postulado Carlos Salinas de Gortari como candidato del PRI, el grupo disidente decidió apoyar a Cuauhtémoc Cárdenas para la Presidencia —inicialmente candidato del PARM y después del Frente Democrático Nacional— y esto le provocó una de las más costosas rupturas al PRI.
Junto con sus compañeros del FDN, Muñoz Ledo operaría para que la mayoría de los partidos de izquierda incluyendo a Heberto Castillo del PMS
y PMT y el PPS se sumaran a la candidatura de Cárdenas, con excepción del PRT, que postuló a Rosario Ibarra de Piedra.
Fue la segunda ruptura en el PRI (la primera fue la del ‘henriquismo’ en 1952) y le costaría 6 millones de votos en la elección de 1988 así como la formación de un nuevo partido político en mayo de 1989: el Partido de la Revolución Democrática (PRD); un polo político importante de las izquierdas y con gran presencia nacional durante 25 años.
Muñoz Ledo ganaría en 1988 la senaduría por la Ciudad de México en fórmula con Ifigenia Martínez. El FDN ganó cuatro senadores ese año: dos en el DF y dos en Michoacán.
A partir de esa ruptura las cosas ya no fueron lo mismo para el PRI, y México experimentó por primera vez un régimen tripartidista. El PRI perdió la primera gubernatura en 1989 con el PAN en Baja California, la segunda en Jalisco en 1995, con ex priistas convertidos al PRD perdería la Ciudad de México en 1997; Zacatecas en 1998; Baja California Sur en 1999; nuevamente la capital del país en el 2000 y, en el mismo año, la Presidencia de la República ante el PAN.
Entre 1988 y 1994 Muñoz Ledo desarrollaría mucho activismo político desde el Senado y su nuevo partido junto a Cristóbal Arias, Roberto Robles Garnica e Ifigenia Martínez, y se convertiría en un estratega impulsor de reformas políticas trascendentes para México.
Fue candidato gobernador de Guanajuato por el PRD en 1991, aspiró a ser jefe de gobierno de la Ciudad de México y candidato a la Presidencia de la República por el PRD, y no pudo. Fue candidato presidencial postulado por el PARM en el 2000 —al final declinó a favor de Vicente Fox— y siendo Fox presidente lo designó como embajador ante la Unión Europea—.
Muñoz Ledo fue uno de los más fervientes promotores de la reforma del Estado. Logró pactar con diversas fuerzas políticas los apoyos necesarios para llevar a cabo importantes reformas, entre ellas la creación del IFE, las de un nuevo tribunal electoral, la conformación del Senado, la ampliación de la representación política y de la Ciudad de México como tal.
Fue diputado federal por el PT y en 2018 por Morena, y es el único personaje que ha sido dirigente nacional de dos partidos políticos: del PRI (1975-76) y del PRD (1993 a 1996).
En 2020 quiso ser dirigente nacional de Morena, pero sus compañeros de partido pusieron el grito en el cielo; la mezquindad y el miedo de la cúpula morenista se lo impidieron, impulsando a un incondicional. López Obrador ya estaba en el poder y seguramente lo vio como un riesgo político. También lo vetaría—a pesar de la importante gestión desarrollada—, en su aspiración de repetir en la Cámara de Diputados.
Porfirio no volvería a participar en Morena. Se decepcionó tanto de sus dirigentes como del presidente López Obrador, y dedicó los últimos meses de su vida a la reflexión política y a participar en medios de comunicación; siempre escuchado con seriedad y confianza.
Recuerdo a Porfirio Muñoz Ledo en una cena en Hermosillo, con algunos amigos que aprovecharon para preguntarle de todo.
De la derrota del PRI en Nayarit en 1975 y la negociación con el PPS para hacer senador a Jorge Cruicshank; de la caída de Bernabé Arana en la senaduría y el ascenso de Adolfo de la Huerta Oriol; de las candidaturas a dirigentes de sindicatos nacionales en Sonora operadas por el delegado del CEN Mario Vargas Saldaña etc.
De la caída de BIébrich dijo que “Carlos Armando no midió bien su labor proselitista a favor de la candidatura de Mario (Moya Palencia) y tampoco se lo informó al presidente Echeverría. Algún gobernador le grabó conversaciones no muy favorables y eso contó en la tragedia que posteriormente viviría el ex gobernador”. Dijo.
Al preguntarle su opinión sobre por qué el PRI seguía teniendo abundante votación a pesar de que a cada rato se le pronosticaba la muerte, se le expedía su acta de defunción y muchos preveían su desaparición del escenario político mexicano, afirmó: “No se les olvide que hasta ahora (2016) el PRI ha sido el único partido político que ha construido tramos importantes de la historia de México. Por eso su voto duro y fiel… que va para rato”, sentenció.
Ese era Porfirio Muñoz Ledo, un personaje único dentro de la política mexicana como lo fueron Jesús Reyes Heroles, Fernando Solana y Antonio Ortiz Mena. Al igual que ellos, Muñoz Ledo vivió intensamente y murió en la medianía, sin dinero mal habido y batallando con sus gastos cotidianos. Un hombre incorruptible cuyo paso por el terreno de lo público será difícil de llenar. Deja un vacío en el sentimiento patriótico de quienes —como ellos—construyeron instituciones en beneficio de los mexicanos, y otro vacío enorme entre las voces del análisis político en México en tiempos donde ese tipo de capacidades y sentimientos no se dan tan fácilmente. Por eso se les extraña, por eso se les valora.
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