La elección del 4 de junio: Lo que aportó

Columna política del licenciado Bulmaro Pacheco Moreno

Escribe: Licenciado Bulmaro Pacheco Moreno

La gran novedad de la elección del pasado 4 de junio en el Estado de México y Coahuila es que el partido Morena por sí solo no gana una elección. En Coahuila no lo acompañaron los partidos Verde Ecologista y del Trabajo, y su candidato Armando Guadiana solo sacó 279,894 votos.

En el Estado de México nada más entre los partidos Verde Ecologista (624,392) y del Trabajo (460,615) le aportaron poco más de un millón de votos a la candidata Delfina Gómez, que alcanzó a vencer a Alejandra del Moral por 534 mil votos. Es decir, si Delfina solo hubiera competido por Morena como Guadiana en Coahuila, no gana la elección.

Lo dicho. Morena es más un partido de corte asistencialista que de tierra o de contacto con la gente de la sociedad civil.

Ha sido tanto el triunfalismo en sus filas que se dedican más a presumir las políticas de la auto llamada 4T que a realizar trabajo de tierra; eso se lo dejan a sus personajes de chaleco guinda, que aparecen en los procesos electorales —disfrazados de encuestadores— casa por casa y pagados por el gobierno federal.

También a las organizaciones sindicales —antes del PRI—, que temerosos sus dirigentes —por alguna acción del Ejecutivo federal— contra sus liderazgos, no han dudado en plegarse a los dictados y políticas de los gobiernos de Morena, lo que ha asegurado el voto de sus dirigencias pero no el de sus representados.

Manolo Jiménez, el candidato ganador de la elección en Coahuila, fue siempre un buen aspirante y después un mejor candidato. Como Presidente municipal de Saltillo, brilló también como secretario de Desarrollo Social del gobierno estatal, y dos años antes del proceso electoral ya se veía como el candidato natural del PRI al gobierno estatal.

Miguel Riquelme, el gobernador de Coahuila, fue el primer gobernador que le mandó señales a Morena de que ese partido poco tenía qué hacer en el estado, cuando el PRI ganó en el 2019 todos los distritos locales y en 2021 cinco de los siete distritos federales.

La victoria de la alianza PAN-PRI-PRD en la elección de Coahuila no deja lugar a dudas de que políticamente se operó con eficacia y con nuevas for-mas de hacer política, tanto en las estructuras del partido como ante los potenciales votantes.

La alianza seleccionó a un candidato competitivo y contó con estructuras políticas vigentes y activas, y también políticas públicas estructuradas del gobierno saliente, de forma tal que la población percibió su eficacia en los

temas prioritarios como la seguridad pública y la conciliación política para la gobernabilidad que le dieron buenos resultados a los coahuilenses.

El caso del Estado de México fue diferente: Un gobernador frío y distante del partido que lo llevó al poder, miembro de una familia política que ha gobernado en tres ocasiones al estado: el abuelo Alfredo Del Mazo Vélez (1945), el padre Alfredo del Mazo González (1981) y el nieto Alfredo del Mazo Maza (2017 al 2023). Contrario al Presidente López Obrador, que se metió hasta el fondo en el proceso electoral mexiquense, por alguna razón Del Mazo ni a su gobierno defendió. Quedará para la historia.

Desde la elección de 2017 se veía difícil el triunfo para el PRI en esa entidad. Sin embargo favoreció en esa elección que tanto el PRD (Juan Zepeda ) y el PAN (Josefina Vásquez Mota) tuvieron candidato propio y partidos como el Verde Ecologista, Panal y PES hicieron alianza a favor de la candidatura de Del Mazo. A Delfina Gómez se le sumaría en el último tramo el candidato del Partido del Trabajo, Óscar González Yáñez.

Del Mazo logró el 33.56% le ganó entonces a Delfina Gómez que tuvo un 30.78% por solo 2.7 puntos (170 mil votos), mientras que Vásquez Mota y Zepeda lograron 29 puntos (1.7 millones de votos). Ahora la candidata de la Alianza Alejandra del Moral logró levantar la votación al 44.6%, once puntos más que del Mazo en 2017 y la ventaja de la Morenista fue de solo 8.3 puntos, muy lejos de lo que presumieron durante toda la campaña afirmando que rebasarían los 20 puntos. Sueños.

En Coahuila, en 2017, Miguel Riquelme Solís fue candidato de la alianza PRI, Verde y Nueva Alianza, así como de otros cuatro partidos locales. Le ganó a Guillermo Anaya, candidato del PAN, por 2.5 puntos (30,860 votos). Coahuila enfrentaba la crisis política generada por los escándalos ya visibles del ex gobernador Humberto Moreira (2005-2011) y las presiones sobre su hermano Rubén, que lo relevó en 2011.

En el 2023 Manolo Jiménez ganó con el 56.8% de los votos (741,731), una diferencia de 461,837 votos contra el candidato de Morena, Armando Gua-diana, que solo sacó 279,894, es decir el 21.4%: El PRI ganó además los 16 distritos locales en disputa.

Apoyaron a Jiménez el PAN, con 89,473 votos, y el PRD, con 35,792.

Surge entonces la interrogante, ¿qué le pasó al PAN? en el Estado de México apenas rebasó la cifra de votos (682,520) que tuvo en 2017, comparada con la votación del 2023 (701,573), es decir, apenas 19,053 votos más en ¡6 años! Para la revisión autocrítica, sin duda.

¿Qué provocó que el PAN disminuyera tanto la votación en Coahuila, donde en 2017 tuvo 452,031 votos y en 2023 apenas logró 89,473?

¿Qué opinarán los estrategas de Morena cuando se dan cuenta de que los que hicieron ganar a Delfina Gómez en el Estado de México fueron el Partido

Verde Ecologista y el del Trabajo? ¿Dónde quedaron las expectativas del voto masivo de los pensionados y becados por la llamada 4T?

¿Por qué no hicieron mella en los resultados electorales de Coahuila las tardías declinaciones de los dirigentes nacionales del PVEM y el PT con relación a sus candidatos locales?

¿Cuál será el costo político para Morena ahora que los partidos franquicia (PVEM, PT) se dieron cuenta que por ellos y sólo por ellos se ganó el Estado de México, con la real posibilidad de influir en la próxima elección presidencial?

El gobierno federal se apropió de la narrativa de la elección del domingo 4 de junio haciéndola a un lado para aparentar que arrasaron y que la victoria fue total para Morena. De inmediato, al día siguiente quitaron el tema de la agenda con su proceso de selección de candidatura presidencial.

Les invade la preocupación de que Morena solo, no gana a pesar de tantos recursos invertidos y tanto—descarado— apoyo gubernamental.

También buscan apropiarse de la narrativa para golpear a opositores y dejar de lado la posibilidad de fractura interna que les preocupa sobremanera, en caso de que se les descomponga el proyecto de la elección de la candidatura presidencial.

La elección de 2023 en dos Estados deja varios mensajes: Ni la oposición está muerta, como sostienen los de Morena, ni Morena por sí misma —y mucho menos sin el apoyo del gobierno— podrá ganar la elección del año entrante, y menos la mayoría calificada en ambas cámaras.

Están muy confiados en que los 23.5 millones de personas (pensionados, discapacitados, becarios etc.) que reciben dinero mensualmente del gobierno habrán de ser su base electoral el próximo año.Lo dan por hecho y en forma automática. Se llevarán sorpresas como el pasado domingo.

Nada para nadie a un año de la elección y todavía, queda mucho por ver en las procelosas aguas de la actual política mexicana.

bulmarop@gmail.com