Agapito Parra Mares: Lealtad y lucha social

Columna política del licenciado Bulmaro Pacheco Moreno

Escribe: Licenciado Bulmaro Pacheco Moreno

Cuando Agapito Parra Portillo y Ramona Mares Acosta se conocieron en abril de 1934, no tardaron en comprometerse. Para sobrevivir, ambos tenían tiempo trabajando en labores del campo; —él en el desmonte; ella en los empaques de legumbres—.

Agapito provenía de una familia formada por Arcadio Parra y Dionisia Portillo, arraigada en el rancho San Juan, cerca de San Bernardo, en Álamos. Ramona, de Choix, Sinaloa, hija de Alejo Mares y Justina Acosta, que se habían trasladado a Huatabampo a principios de los treinta del siglo pasado y se asentaron en El Citavaro, donde ya tenían familiares. Al morir Don Alejo, la familia decidió emigrar al Valle del Yaqui —al campo 7— motivada por las expectativas del reparto agrario promovido en el gobierno de Lázaro Cárdenas.

Don Agapito, que trabajó como peón y vaquero en varios ranchos (como el de los Escamilla) se casó con Ramona en 1935 en un Cajeme de apenas 9 mil habitantes y se anotó como solicitante de tierra en un comité agrario. Le dieron 20 hectáreas en el campo 5 (ejido Cuauhtémoc)

Antonio, el primer hijo de la pareja nació en 1936. Agapito, el segundo, un 15 de octubre de 1937, quince días antes de la visita del presidente Cárdenas a Cajeme para anunciar el reparto agrario.

Los hijos de Agapito y Ramona siguieron llegando: Roberto (1938), Alberto (1941),Valente (1943),Ramona (1946), Gonzalo (1949) y Balvaneda (1951). Agapito padre, que había nacido en 1900, murió en 1994. La mamá Ramona, de 1913, murió a los 92, en 2005.

Despuntaban en la dirigencia agraria, entonces de la CTM, Rafael “Buqui” Contreras, Matías Méndez,Bernabé Arana, Ramiro Valdez Chávez Y Maximiliano R. López, todos seguidores —al principio— de Vicente Lombardo Toledano y Jacinto López —el primer dirigente estatal de la CTM en Sonora— y organizadores de sindicatos agrícolas en las haciendas del Valle. Al final, se dividieron: Lombardo y Jacinto formaron la UGOCM en 1948; Contreras, Ramiro y Bobadilla se quedarían al lado de la CTM, con Fidel Velásquez. Los primeros se fueron al Partido Popular, de reciente creación, y los segundos siguieron en el PRI.

Agapito hijo, hizo hasta quinto año de primaria en la escuela 18 de Marzo, del campo 5, y terminó sexto en la Miguel Alemán, de Plano Oriente; allí vivió con una tía (Candelaria Parra) que le dio hospedaje.

Siguió los estudios en la Academia Comercial Roxy, de la maestra Juanita Flores. Ahí se graduó como ayudante de contador y secretario

taquimecanógrafo. Fue pagador en la pizca de algodón en el ejido de su padre y se capacitó en el manejo de las ‘tacuachadoras’ utilizadas para la trilla del arroz, cuando en Cajeme se producía en buenas cantidades.

Muy temprano se enroló en la lucha social agraria y junto con otros compañeros organizaron un comité agrario de solicitantes de tierra, donde actuó como secretario suplente del titular Eustaquio Rodríguez.

El comité deseaba crear un nuevo centro de población en el sur de Sonora, allá en la frontera con Sinaloa, y su lucha cristalizó con la resolución presidencial firmada por el presidente Adolfo Ruiz Cortines el 8 de agosto de 1956. La resolución les otorgaba 1,713 Ha en la región Fuerte-Mayo, propiedad entonces del hacendado general Miguel Guerrero Verduzco (ex alcalde de Cajeme (1949-1952)). Mediante esa acción se creó el Núcleo Ejidal Anáhuac, pegado a Estación Don.

La región Fuerte-Mayo —que abarca tres municipios—era entonces una zona de pobreza extrema, semi despoblada, con pocas casas y norias, casi sin agua, sin servicios públicos, y con algunas viviendas acabaladas con paredes (latas) de pitahaya seca enjarradas con lodo, suelos y techos de tierra y paja de linaza para evitar las goteras y tratar de paliar las altas temperaturas, en medio de un monte plagado de coyotes, jabalíes y víboras de cascabel.

Mientras llegaba el desmonte, la gente sobrevivía desmontando con hachas, cortando leña entre cardos, choyas y vinoramas, y elaborando quesos de cabra —guardados en zarzos de carrizo—. También fabricaban manteca de cerdo, ladrillos y establecían pequeños ‘chumilcos’ o tienditas para cubrir la demanda de alimentos por la lejanía del lugar (80 km de Navojoa y 65 km de Huatabampo).

El comité duró años buscando recursos para el desmonte, la dotación de agua (consumo humano y riego) y la introducción de los servicios elementales como agua potable, luz y educación básica.

Eran tiempos en que José Hernández Terán, secretario de Recursos Hidráulicos del gabinete del presidente Díaz Ordaz, anunciara agua para el riego de 6,000 Ha en la región Fuerte-Mayo proveniente de presas de Sinaloa (Josefa Ortiz de Domínguez y Miguel Hidalgo). Este compromiso no cristalizó hasta que el gobernador Samuel Ocaña (1979-1985) construyera los primeros 21 km de canal.

La lucha era por el desmonte del Ejido Anáhuac y se hacía necesaria la interlocución directa con el presidente de la República y el gobernador en turno para que las gestiones rindieran fruto.

Fue así como Agapito, comisariado ejidal del Anáhuac se animó a buscar al presidente Luis Echeverría, de gira por Sonora (tiempos del gobernador Biébrich) para plantearle la solicitud de un crédito refaccionario para

comprar maquinaria para desmontar la superficie que les habían otorgado Parra Mares sorteó todos los obstáculos y, con la ayuda del gobernador, pudo acceder al presidente. Le planteó el problema y Echeverría ordenó al secretario de la Presidencia, Hugo Cervantes de Río, que hablara con el gerente bancario (Ignacio Lazcano) y le dijera que la solicitud de Parra Mares tenía su simpatía, que se viera la posibilidad de acceder a la demanda del Ejido Anáhuac. Echeverría apoyó notablemente a la región Fuerte-Mayo: Impulsó la perforación de un pozo profundo (de 200 m) por cada uno de los 35 ejidos en total, para garantizar el agua.

Junto con Ramiro Valdez Fontes, Agapito buscó acercamiento con el dirigente nacional Fidel Velásquez, y él lo acercó con el secretario de Industria y Comercio federal, Octaviano Campos Salas, con quien analizó el tipo de maquinaria y la posibilidad de agilizar los trámites. Una gestión donde también sumaron fuerzas Rafael “Buqui” Contreras y Saturnino Saldívar. Así se empezó a desmontar aquella superficie, casi 20 años después del decreto.

Agapito accedió poco a poco a la política dentro de la lucha campesina y la organización obrera, al lado de Ramiro Valdez, Francisco Villanueva Castelo y David Álvarez Angulo que lo introdujeron a la CTM del sur en 1967 al ser designado secretario de Agricultura de la federación Sur.

Agapito Parra contrajo matrimonio en 1964 con Ramona Gil Osorio. Fue siempre paciente, disciplinado y leal a sus amigos y a su organización: Por eso fue diputado local en tres ocasiones: En la L Legislatura (1982-1985) por el XV Distrito Cajeme, llevando como suplente a Espiridión Durán; en la LII Legislatura (1988-1991) por el mismo distrito, llevando como suplente a Rodolfo Cruz Cevallos; y de nuevo en la LIV Legislatura (1994-1997) con Manuel Murué como suplente. También fue en dos ocasiones regidor suplente y síndico del Ayuntamiento de Cajeme en 1991. En esa calidad le tocaría organizar la entrega de escrituras realizada por el presidente Salinas y Luis Donaldo Colosio, tres días antes de la postulación de éste último como candidato presidencial en 1993.

Hoy en Fuerte Mayo se siembra sandía, melón, trigo y frijol; una tierra rica para las hortalizas todavía. Le toca algo del microclima de la zona del río Fuerte (Ahome-Huatabampo), donde se produce quizá el mejor frijol del país. También se pesca, se cría ganado y se fomenta el turismo regional. Muy diferente todo a 1956.

Agapito ha sido toda su vida un hombre congruente y de convicciones. En tiempos donde el oportunismo parece ser la moneda de curso corriente en la política, él a los 85 años —próximo a cumplir 86— se ha mantenido fiel y leal a su organización y al partido (desde 1952) que le ha dado las oportunidades de participar como legislador y servidor público.

Ha sido leal a su tierra, a su partido y a su organización obrera. Fruto de la formación que le dieron Don Agapito y Doña Ramona —al principio con estrecheces y carencias, dice, pero con espíritu de lucha— y también la admiración por los presidentes de México que les dieron la tierra, así como las enseñanzas de dirigentes como Valdez Fontes, Contreras, Saldívar y Villanueva Castelo…entre otros, todos ellos, referente obligado de la lucha social con resultados y logros concretos en Sonora, sin duda.

En el caso de Agapito Parra Mares, todo eso, seguro lo presumen sus 8 hijos y sus 22 nietos y desde luego, todos los que lo conocemos.

bulmarop@gmail.com